miércoles, 26 de mayo de 2010

Entrevista para el Diario Tal Cual 09 de marzo 2010



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Martes 09 de Marzo de 2010 | 16
TalCual
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Mundo
Ellas mandan
En América Latina las mujeres han demostrado que pueden alcanzar la presidencia y ocupar dignamente los altos cargos del Estado. Una nueva generación de féminas con formación profesional y política aspiran gobernar, aunque hay países en los que todavía no llegan al poder

Joanny Oviedo

Las fotos de las cumbres regionales de presidentes ya no se conforman sólo con la tradicional hilera de fluxes oscuros y corbatas sobrias. Ahora, estos trajes se ven interrumpidos por otro tipo de atuendos; pero no son los suéteres de colores del boliviano Evo Morales, o el cuello de tortuga que viste el paraguayo Fernando Lugo, tampoco la guerrera militar de Hugo Chávez o el Castro de turno. Hoy en día, entre tantos fluxes salta a la vista un par de elegantes trajes de chaqueta, pantalones femeninos o faldas. La presencia de las jefas de Estado de Chile, la saliente Michelle Bachelet; la argentina, Cristina Fernández; o la recién electa Laura Chinchilla en Costa Rica dan cuenta de un profundo cambio en la región: la Presidencia en América Latina ha dejado de ser un asunto exclusivamente masculino.

El viejo prejuicio de "cabellos largos, ideas cortas" comienza a desdibujarse a medida que las figuras femeninas son escogidas por el voto popular para ocupar los primeros puestos de mando en sus países. Así lo afirma el profesor Félix Arellano, director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, a quien no le sorprende que cada día haya más mujeres en el poder.

El internacionalista sostiene que la paciencia, "una ventaja casi natural de la mujer", es la clave en una época tan convulsionada como la actual: "El hombre siempre ha ejercido un papel de dominación simple y brutal que no le da capacidad de actuar en un mundo tan complejo como el que estamos viviendo. El presente exige habilidades cerebrales de flexibilidad, disciplina, consistencia y coherencia que las mujeres han tenido que desarrollar por haber estado históricamente sometidas y, por lo tanto, forzadas a generar una capacidad de aguante mayor". Agrega que "hoy en día, ya no se necesitan gladiadores, sino mucha inteligencia y tolerancia".

Las de antes, las de ahora

Antes del siglo XXI, diversas mujeres latinoamericanas habían tomado las riendas de sus países de forma circunstancial en momentos de crisis. Fue así como María Estela Martínez asumió la Presidencia provisional de Argentina en 1974, tras la muerte de Juan Domingo Perón; la boliviana Lidia Gueiler Tejada, presidenta de la Cámara de Diputados, se hizo cargo del gobierno interino en 1979, luego de la "Masacre de Todos los Santos" y el golpe militar que derrocó a Wálter Guevara Arce; la jefa de la Corte Suprema Haitiana Ertha Pascal-Trouillot, recibió el mando en 1990 tras el golpe militar del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Herard Abraham; y Rosalía Arteaga Serrano, vicepresidenta de Ecuador, se ocupó del país por pocos días cuando Abdalá Bucaram fue destituido en 1997.

Otras jefas de Estado fueron electas directamente por voto popular. Es el caso de la nicaragüense Violeta Barrios de Chamorro y la panameña Mireya Moscoso, quienes al momento de ser escogidas –en 1990 y 1999, respectivamente– tenían el precedente común de haber sido las viudas de figuras políticas cruciales como el periodista Pedro Joaquín Chamorro y el ex presidente Arnulfo Árias.

María Teresa Belandria, abogada especialista en Derecho Internacional, explica que, aun cuando fueron "las herederas de", el papel de estas presidentas fue determinante para encarar "momentos de transición importantes".

Señala que, a diferencia de lo que sucedía hace diez años, en la actualidad las féminas participan activamente en la política y se someten a campañas presidenciales hasta acceder al poder por méritos propios. A manera de ejemplo, menciona a Bachelet, una mujer divorciada "con una formación política impecable y de quien no se puede decir que vino de la mano de alguien".

Para la profesora de la UCV, la aparición de rostros femeninos en la política latinoamericana contemporánea es un reconocimiento a la labor de muchas mujeres que habían ocupado cargos públicos importantes, pero que hasta los momentos no habían alcanzado posiciones de liderazgo tan visibles.

Por su parte, Arellano destaca que la primera generación de mandatarias tuvo la gran responsabilidad de "abrir espacios en los que se creía que era imposible que estuviera la mujer" hasta eventualmente "allanarles el camino al poder sin muletas de apellidos". Manifiesta que incluso la ascensión de Fernández de Kirchner ha servido para darle paso a futuras gobernantes argentinas.

Sin embargo, Arellano advierte que el hecho de que una mujer llegue al poder, no significa que automáticamente todos los aspectos del Estado van a mejorar. "Así tenemos a Cristina Fernández, que no está ayudando a la imagen de las mujeres, porque lo que leemos de su gobierno en materia de corrupción administrativa se equipara a cualquier mafia masculina. A ello se le suma el acoso a la libertad de expresión y al periódico Clarín".

"La entrada de la mujer en la política ha servido para equilibrar el peso tan importante que tienen los hombres en América Latina y a la vez permitir que ellas funjan de hábiles componedoras en esta región tan convulsionada", indica Belandria, para quien la participación de Fernández y Bachelet ha sido clave para mantener la sindéresis en las discusiones regionales. "Hemos visto que en algunas cumbres ha comenzado a desviarse el tema principal y son las mujeres las que llevan la discusión nuevamente al foco. Ellas tienen la cualidad de recoger lo que cada Presidente dice y condensarlo de manera tal que se convierta en un aporte".