lunes, 31 de enero de 2011

Egipto: O el silencio de los faraones acaba



Egipto, tierra de historia, faraones, misterios y reliquias que son patrimonio de la humanidad. Egipto cuyas piramides guardan el secreto del tiempo.

Egipto, gobernada desde hace 30 años con mano de hierro, ausencia de libertades, corrupción, pobreza, desigualdad, partidos políticos ilegalizados, candidatos presidenciales arrestados e inhabilitados y una oposición fragmentada y reprimida por la policía.

Podriamos afirmar que el efecto Túnez tiene algo que ver con las masivas protestas que se han desarrollado en El Cairo, Suez y Alejandria las 3 principales ciudades donde se concentra la mayor cantidad de habitantes y son los centros turísticos, estratégicos y comerciales de la nación.

Ochenta millones de habitantes en un territorio cuyas costas son bañadas por el mar rojo y el poderoso Nilo, hilo conductor de la vida, la economía y de la historia. La agitación de sus calles, la ruptura del orden, la participación de ciudadanos de todas las clases sociales y profesionales en las manifestaciones sorprendieron primero al gobierno que no advertía el ruido mudo sobre sus calles y al mundo que veía con buenos ojos a "la democracia más estable de la región".

El gobierno de Egipto, ha sido percibido como el gran componedor de los conflictos de la zona, en sus ciudades se han sentado por años los palestinos e israelíes buscando la paz esquiva para ambos. El presidente Mubarak, fue solicitado como mediador cada vez que la chispa del conflicto amenazaba con encenderse ayudando a enfriar el ambiente. Por un lado garantizaba el flujo de divisas provenientes de Estados Unidos y por otro era percibido como un democráta capaz de sostener reuniones con los enemigos: los israelíes.

Muy hábil para cerrar los pasos fronterizos a la franja de Gaza, condenando al hambre, el aislamiento y la muerte a los palestinos,contribuyendo con ello al fortalecimiento y endurecimiento de Hamás. El criminal bloqueo de la franja que impone Israel contaba con un aliado que abría y cerraba la compuerta cuando sus propios intereses lo mandaban.

Mubarak con 82 años y cinco reelecciones preparaba el terreno para que las elecciones de este año 2011 fueran ganadas por su impopular hijo Gamal Mubarak, odiado por sus excesos, corrompido por el poder que disfruta desde su nacimiento y sin el apoyo fundamental del ejército. Una sucesión faraónica cabe decir, con la oposición sin un asiento en el parlamento, un líder como Al Baradei quizás incapaz de aglutinar voluntades, y un ex candidato inhabilitado para estos comicios.

Pero algo salió mal, los jovenes egipcios, junto a los obreros, amas de casa y profesionales se instalaron en la calle exigiendo la salida de Mubarak, la policía actuó con mano de hierro pero fue desbordada y el ejército, respetado y admirado por la población salió a las calles, las imágenes dan cuenta de un festejo más que de temor ante su presencia.

La oferta de Mubarak no convence, son 30 años de promesas incumplidas, el ejército no reprime, los cambios no son suficientes, los líderes son los millones de ciudadanos en la calle, y el mundo occidental pide respeto por los derechos humanos.

Los temores de un efecto dominó en la región se propagan: Tunez, Jordania, Yemém. Pero el que más preocupa es Egipto. Egipto vecino y único aliado árabe de Israel de allí que la suerte del gobierno preocupe a todos, especialmente a los aliados de Israel. Si un gobierno de corte islámico radical y fundamentalista llega a instalarse en Egipto el panorama se tornará complejo y complicado para Israel y para el resto de las democracias escasas de la región. El síndrome Irán no es deseado por nadie.


Esperemos que la llama de la libertad encendida en Túnez en 2010 se propague en la región, pero que sea la democracia, la libertad de cultos, y gobiernos laicos los que se instalen en la región. Sería la única forma de frenar el fundamentalismo que nos amenaza a todos los que desde la ley sharia somos considerados infieles.

La situación para el momento de escribir esta nota se encuentra paralizada, el gobierno sigue cambiando el gabinete sin que los ciudadanos abandonen la calle y sin que el ejército tome partido. Los dictadores de Libia, Argelia, Zimbabue, Bielorrusia, Cuba y otros más cercanos se están mirando el ombligo en una trampa política mortal; si apoyan las protestas en Egipto aupan a sus ciudadanos a sublevarse contra ellos, si guardan silencio sus revoluciones y el poder del pueblo se convierten en palabras huecas. Lo cierto es que ahora miran el mapa y no encuentran tantos aeropuertos como antes donde aterrizar cuando deban huir y están sacando sus dólares debajo del colchón porque los fondos que durante años han acumulado a costa de saquear el tesoro público ya no están seguros en ningún banco.

Los faraones desde sus sarcofágos han comenzado a levantar la voz, el silencio de las pirámides retumba.