lunes, 4 de julio de 2011

Paz, Justicia o negocios con China



Mi columna publicada el 04 de julio 2011 en www.runrun.es

Dos eventos obligan a volver los ojos hacia el lejano oriente, hacia China y no precisamente para hablar de su economía: por un lado la liberación artista disidente Ai Weiwei, al que impusieron silencio y demandaron por impuestos atrasados y por otro el recibimiento con honores de jefe de estado al Presidente de Sudán Omar Al Bashir, sobre el que pesa una orden de arresto internacional por el asesinato, genocidio, crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad, contra más de 500 mil sudaneses.

Esta visita en palabras del vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores chino busca “consolidar las relaciones entre China y Sudán y expandir la cooperación”. Mientras intentan mostrar al mundo su infinita misericordia con la liberación de Ai Weiwei le meten una bofetada en la cara a la Justicia Penal Internacional. Lo correcto es arrestar y entregar a Omar Al Bashir a la Corte Penal Internacional para que haga frente a las acusaciones y sea sancionado conforme a las previsiones del Estatuto de Roma, pero la cálida recepción devela en su exacta dimensión lo que verdaderamente piensa la nomenclatura del Partido y el ejecutivo chino frente a la probada violación del Derecho Internacional Humanitario.

China podría alegar en su defensa que no suscribió el Estatuto que creó la Corte y en consecuencia no acata su jurisdicción, entonces ¿cómo entender el voto favorable a las sanciones contra Libia cuando los fundamentos sobre los que subyacen las Resoluciones 1970 y 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apuntan a preservar del genocidio a los ciudadanos libios?

¿Contradicciones de una potencia emergente o más bien hipocresía generalizada?

La política comercial expansiva de China, los productos manufacturados por trabajadores en condiciones de esclavitud moderna, sin derecho a la protesta, sin sindicatos ni contrato colectivo que llenan los anaqueles de occidente a precios irrisorios, satisfacen las necesidades de un mercado ávido de productos que no se detiene a pensar en aquellos que los realizan. La política monetaria del régimen, adquiriendo bonos, letras y papeles del Estados Unidos y de la Unión Europea, las ayudas directas e inversiones en los países con las peores dictaduras africanas, hacen que por un lado reduzcan su déficit interno, coloquen los excedentes monetarios derivados del crecimiento anual y por otro le sirven para tomar el toro por los cuernos (literalmente) y tener una herramienta de presión directa contra esas economías cuando levantan la voz contra la ausencia de democracia

Los constructores y fabricantes de marcas de lujo, abren sin cesar tiendas en los infinitos centros comerciales de China, Ferrari, Masseratti, Louis Vuitton, Gucci, Fendi, Rolex, Rolls Royce, hacen las delicias de los nuevos ricos chinos, que a la sombra de un gobierno opresivo con los trabajadores y disidentes le ha abierto las puertas a los inversionistas nacionales y extranjeros sin pudor, sin cuestionamientos y con muchos dólares de por medio. Las pasadas olimpiadas pusieron de manifiesto la opulencia recién estrenada, la construcción fastuosa de complejos deportivos hoy ocupados algunos por miles de chinos sin viviendas, y desnudaron la ausencia de políticas medio ambientales, el aire era sencillamente irrespirable y el sol nunca brillo para los atletas. Eso sí, se gastaron miles de dólares en fuegos artificiales, sincronías asombrosas en las galas de apertura y cierre, mientras el Tíbet se hunde en pobreza, miseria y represión.

Pero no todas las instituciones en el planeta están obnubiladas con el milagro chino, hay quienes se detienen a retirar el follaje y seguir viendo el contenido de una población que tiene vehículos y antes bicicletas, que solo puede tener un hijo, pero que sigue sin poder acceder libremente a la web, que desconoce los sucesos de la plaza Tianamen porque no figuran en los libros de historia, que ejecuta ciudadanos con juicios sumarios y tribunales sobrevenidos donde el derecho a la defensa es solo para el estado, una sociedad donde los obreros trabajan 10 horas al día, 6 días a la semana, sin vacaciones para que el planeta subsista.

El otorgamiento del premio Nobel de la paz al disidente chino Liu Xiabao fue la campanada política de alerta más importante contra China en los últimos 20 años. Desde 1989, cuando la masacre de la plaza hizo volver la mirada sobre la ausencia de libertades fundamentales que manejadas con mano de hierro aplastaron bajo las orugas de los tanques las protestas estudiantes, el mundo comenzó a ignorar lo sucedido y a mirar con complacencia, admiración y benevolencia al régimen comunista de Pekín.

El Nobel plantó cara frente a todos aquellos que no hacen política de derechos humanos sino política con los derechos humanos de 1.100 millones de seres humanos y recobró su sentido original al ser otorgado a alguien que no pudo ir a recibirlo porque esta privado de libertad. Nada amilanará el espíritu de Liu Xiabao, quienes celebramos que le haya sido otorgado así como la liberación de Ai Waiwai, y las protestas en el interior de China clamando por mejoras laborales serán su fortaleza en los años de cautiverio que le restan. Hace 40 años, lo hubieran mandado a un campo de reeducación comunista, uno parecido adonde enviaron al último emperador, se cuidaran de hacerlo, no porque les importe ¿qué dirán?, sino porque necesitan seguir creciendo al 10% anual, necesitan alimentar a su gente, necesitan financiar el gasto público y eso lo estamos haciendo todos nosotros cada vez que compramos un producto barato made in China.

Nos alegramos sí, pero exigimos mayor contundencia a quienes se erigen como adalides de la libertad como la Comisión de Derechos Humanos de la ONU o la Unión Europea y que no hacen nada si China recibe a un asesino como Al Bashir, claro en secreto no se atreven a molestar a los jerarcas del partido, perturbarlos significa que no seguirán fluyendo los fondos para financiar la revolución aquí o allá, mejorar el PIB en algún lado o donde haga falta, ya que el exceso de liquidez china no tiene en cuenta ni color ni tesitura del gobierno al que tengan que “comprar”

Por ello bravo para Alfred Nobel por reivindicar la paz y un aplauso de pie con ovación a Liu Xiabao por no doblegarse.

Los demás se preguntan: Paz, Justicia ¿Qué es eso? Sigamos comprando barato y guardemos silencio.