domingo, 12 de julio de 2015

Venezuela-País Potencia de Casas Muertas

Opinión

Venezuela país potencia de casas muertas – Por María Teresa

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Tenía tiempo sin viajar por tierra. Afortunadamente recorrí mi país muchas veces cuando transitar las autopistas construidas en democracia, los caminos y los pueblos no significaba sobrevivir a un asalto si se espichaba un caucho, ni esquivar balas. Se disfrutaba el paisaje. Vivíamos en un país que con sus dificultades prosperaba y ofrecía posadas, panelistas de San Joaquín y mangos, restaurantes de carretera de todo tenor, desde mosqueros para gandoleros a estaciones de servicio con las principales cadenas de comida rápida del mundo.
Este fin de semana, viaje al estado Lara con motivo de las jornadas de Vente Venezuela y el paisaje solo era hermoso en el verdor de la naturaleza que gracias a la lluvia embellece, lo demás, es doloroso y difícil de describir.
Pasando por la refinería del Palito, esa, que antes brillaba, plateada y reluciente desde la parada obligada en las empanadas, hoy luce naranja, pero no porque haya sido pintada, sino porque esta oxidada y la falta de mantenimiento es evidente, muestra del abandono en que el régimen ha sumido a PDVSA.
Pasar por el pueblo de Morón un viernes a las 3:00 p.m y mirar con horror cientos de negocios cerrados, la gente solo en las colas de los pocos negocios de venta de comida o de expendio de aceites y lubricantes es la imagen de una ciudad muerta, un basurero al aire libre, por el que circulan perros esqueléticos vagando y rancherios con techos de bolsas plásticas tratando de vender algo, cualquier cosa, a lo largo de un camino maltrecho.
De regreso, entre Guama y Nirgua, ranchos de bahareque, de pisos de tierra, sin agua, con letrinas, de niños desnudos, la Venezuela rural gomecista, con la única diferencia en 100 años que antes no había luz, ni prosperidad hoy una antena de Directv.
La tristeza me invadió al observar cientos de hectáreas otrora productivas, hoy abandonadas, solo quedan los vestigios de viveros, potreros e invernaderos en ruinas, eso si, con un letrero que reza “fundo recuperado al latifundio”. Los campesinos, esos a los que ilusionaron entregándoles con bombos y platillos las tierras, “rescatadas” hoy son esqueletos vivientes, haciendo cola frente a una bodega, sobre una moto con dos bolsitas, otros colocando un tarantín tan pobre y derruido como el mismo, intentando vender algo, cualquier cosa.
Eso si, es un paisaje lleno de vallas anunciando grandes obras que no se ejecutaron, cargadas de millones que fueron a parar al bolsillo de alguien. Sueños de grandeza sin construirse y mucha corrupción. Desde hospitales a escuelas, desde aldeas a complejos industriales que quedaron en el cabillas y propaganda.
Murales que se despintan con la lluvia con la cara de los responsables de esta tragedia, para recordarnos permanentemente que mintieron, que se aprovecharon y que con los mayores ingresos de la historia el país se cae a pedazos.
En uno de sus promocionados planes, denominados motores de desarrollo prometen salvar el planeta, cuando no fueron ni son capaces de darle solución a las mínimas necesidades de los ciudadanos.
Vociferan en los foros internacionales que somos una potencia, independiente, soberana y antiimperialista y tienen razón. Somos una potencia, en producción acelerada de casas muertas.
Twitter: @matebe

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