jueves, 23 de agosto de 2012

El Socialismo del siglo XXI se toma Mercosur

Publicado en la Revista Perspectiva
El ingreso de Venezuela a Mercosur genera dudas por su validez jurídica y expectativas en torno a las obligaciones que el país debe asumir para cumplir los compromisos del bloque subregional. Mercosur es un acuerdo comercial; el pragmatismo del mercado y el intercambio son el norte que guía la actuación de sus integrantes, no lo ideológico ni lo político. De allí que Venezuela, lejos de representar un factor de cohesión entre sus integrantes, añada ruido a las ya complejas relaciones entre Brasil y Argentina, por una parte, y sus débiles socios minoritarios Uruguay y Paraguay, por la otra. Examinemos los antecedentes. Venezuela solicitó su ingreso formal como observador en MERCOSUR desde el gobierno del Presidente Rafael Caldera. Dicha petición se materializa luego con la llegada al poder de Hugo Chávez y se aceleran los tiempos una vez que Venezuela decide abandonar la Comunidad Andina en 2006. ç Comienza así el proceso de autorización de los parlamentos para dar cumplimiento al artículo 20 del Tratado de Asunción, que ordena la aprobación unánime de todos los países para que un nuevo miembro sea admitido. Argentina lo hizo inmediatamente por el impulso que la Presidenta Fernández dio al tema. Brasil tuvo demoras en el Senado a pesar de la presión ejercida por el expresidente Lula, y el Uruguay de Mújica también otorgó su visto bueno. Sin embargo, el senado paraguayo resistió una y otra vez la aprobación, a pesar de los deseos de su presidente. Los parlamentarios alegaron la violación sistemática y reiterada de los preceptos democráticos contenidos en el Protocolo de Ushuaia I y del sistema interamericano de protección de derechos humanos. El juicio político a Fernando Lugo, su destitución y la suspensión de Paraguay del bloque de acuerdo a las disposiciones del Protocolo de Ushuaia II, significó para el resto de los socios el momento idóneo para concretar la aspiración venezolana. ¿Qué consecuencias se derivan del ingreso para Venezuela? Mercosur tiene dentro de sus objetivos la libre circulación de bienes, personas, capitales y servicios, aspecto que colide directamente con la economía centralmente planificada del gobierno chavista, cargada de controles de precios, cupos de importación y exportación, certificados de no producción, certificados de insuficiencia que se exigen a los empresarios a través de una enorme red burocrática donde priman las lealtades político-partidistas por encima de la libertad económica. Además, Venezuela deberá adoptar el acervo normativo del bloque, acatando los tratados de libre comercio que MERCOSUR tiene con otros países, por ejemplo con Israel, nación con la que Venezuela no tiene relaciones diplomáticas. Así mismo, modificar su estructura arancelaria a los códigos e ítems del acuerdo y reformar leyes internas que le impiden a la fecha cumplir los compromisos derivados de su admisión. La Resolución 043/1992 que eliminó los límites para la obtención de divisas y cheques de viajero relacionados con los servicios de turismo y viajes es contraria a las resoluciones, decretos, reglamentos y directrices que impone la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) a los venezolanos desde el año 2003, por mencionar solo uno de los desafíos que tendrán aquellos que pretendan establecer negocios en Venezuela. En materia de Derechos Humanos, Mercosur adoptó toda la normativa derivada del sistema interamericano de protección y tutela de la Organización de Estados Americanos (OEA) desde 2005 a través de resoluciones que acatan los mandatos de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos y valoran las recomendaciones y sugerencias de la Comisión. El anunciado retiro de Venezuela de la Comisión y la Corte que implica la denuncia del Acuerdo de San José y la eventual salida de la OEA, es otra muestra de las dificultades que Argentina, Brasil y Uruguay tendrán que sortear para mantener al país dentro de las reglas de juego sin que destruya la institucionalidad construida con base en el sistema interamericano. Más preguntas se derivan de este ingreso apresurado, ilegal y políticamente débil: ¿qué sucederá cuando Paraguay sea restituido como miembro pleno de Mercosur en abril de 2013? ¿Podrá Venezuela mantenerse dentro del bloque a pesar de no contar con el voto unánime de los países miembros como lo manda el artículo 20 del Tratado de Asunción? ¿Obligarán a Venezuela a mantenerse a pesar de que viole la normativa de protección de Derechos Humanos? ¿Podrá Mercosur sobrevivir a la ofensiva ideológica del Socialismo del siglo XXI? Las respuestas a estos interrogantes están atadas al resultado de las elecciones del 7 de octubre en Venezuela; de consolidarse la revolución bolivariana asistiremos a la destrucción del MERCOSUR. De producirse el cambio liderado por las fuerzas de la unidad democrática, comenzará un proceso de negociación y acuerdo con los integrantes del bloque. Venezuela podrá integrarse plenamente sin ataduras ideológicas, buscando el beneficio de sus ciudadanos y el crecimiento del país y no del gobierno. Veremos si Mercosur es un acuerdo económico real o simplemente una colcha de retazos donde Brasil y Argentina cosen y los demás se arropan, si les alcanza la cobija.

Un imperio, dos imperios: El Imperio

A propósito del asilo otorgado a Julián Assange por Ecuador haciendo uso del derecho soberano que le asiste que recibir en su territorio a quien considere que merece su protección, vale la pena hacer algunas reflexiones. La figura del asilo es tan vieja como las relaciones entre los estados, sus orígenes se remontan a la protección que las iglesias otorgaban a los perseguidos y que una vez dentro del templo las autoridades civiles o militares, respetando la autoridad eclesiástica, en la mayor parte de los casos les permitían quedarse allí sin ser perturbados. En nuestra región, ha sido una institución respetada, valorada y aceptada. Tiene antecedentes remotos. En 1928, la Convención sobre Asilo firmada en la Habana en la Sexta Conferencia Internacional Americana, y posteriormente la Convención de Montevideo sobre asilo político de 1933. La evolución del derecho americano llevó a que en la Décima Conferencia Interamericana celebrada en Caracas se adoptara la Convención de Asilo Territorial en 1954, ésta, contiene los principios y fundamentos que los estados del hemisferio han aplicado para otorgar o negar las solicitudes de asilo. Algunos países respetuosos del derecho, la han acatado y puesto en práctica, especialmente para otorgar la protección y otros la han ignorado u omitido al negar los salvoconductos o intentar ingresar a delegaciones diplomáticas para sacar por la fuerza a los perseguidos. Basta recordar el caso del asalto que los cubanos hicieron en 1981 a la embajada de Ecuador en La Habana obviando la “inviolabilidad de las sedes diplomáticas”, esa misma que hoy pregonan para Ecuador en Gran Bretaña y que debe respetarse conforme lo ordena la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas y consulares de 1961. Ejemplos de asilo controversiales abundan en Latinoamérica. En 1950, Víctor Raúl Haya de la Torre se asiló en la embajada de Colombia en Perú y esta nación aplicando el artículo 2 de la Convención de La Habana lo otorgó Las autoridades peruanas, se negaron a concederle el salvoconducto para abandonar el país, por lo que tuvo que permanecer en la legación durante 5 años. Venezuela, se convirtió en el receptor de perseguidos actuado con la debida reciprocidad en virtud de los cientos de venezolanos que durante las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez fueron acogidos y recibieron asilo fuera de nuestro territorio. Por ello, resulta paradójico que después de 54 años seamos nuevamente exportadores de ciudadanos solicitando protección y asilo. Un caso que evidencia la incoherencia de la diplomacia oficialista frente al caso Assange, es el asilo de Nixón Moreno, quien se refugió en la Nunciatura Apostólica de Caracas La Santa Sede le concedió el asilo político y la protección hasta enviarlo a un tercer país dado su imposibilidad de mantenerlo en Roma por las especiales características que internacionalmente posee el Vaticano. Las autoridades venezolanas no sólo le negaron el salvoconducto sino que amenazaron con sacarlo a la fuerza de la legación. Finalmente, Moreno se fugó hacia Perú. El asilo a Assange es controversial, Ecuador tiene derecho a calificarlo y en consecuencia brindarle su apoyo. Ahora bien, siendo el asilado el paladín de la libertad de expresión se protege en un estado que amenaza, persigue, sanciona y obliga a emigrar a los propietarios de medios de comunicación. Un asilado no puede hablar sobre su caso y no debe participar en actividades políticas en el territorio del estado que lo protege, vale decir, está condenado al silencio. No al silencio de cualquiera, sino de un ciudadano que hizo de la filtración de documentos y la libertad de información universal una cruzada. Ecuador pasó de la arrogancia al exigirle a Gran Bretaña el otorgamiento del salvoconducto con base a la Convención de Caracas omitiendo que Londres no hace parte de la misma, a la negociación y a la búsqueda de mecanismos alternativos. Gran Bretaña puede negarse como lo hizo Perú y Venezuela y Assange deberá permanecer en la embajada por tiempo indefinido. Los casos narrados, ponen de manifiesto el lenguaje maniqueo y la doble moral con la que actúan los albistas. Que demanden respeto a Gran Bretaña para que esta no irrumpa en la embajada conforme a la Convención de Viena, es correcto, pero que se rasguen las vestiduras y amenacen al imperio, con acciones contundentes no solo es risible, sino profundamente hipócrita pues le niegan a los suyos el derecho que exigen para otros. Y termina uno preguntándose ¿Qué hubiera pasado si Assange en vez de asilarse en la embajada de Ecuador lo hubiera hecho en las de China o Rusia? ¿Estarían amenazándolos como a Gran Bretaña? ¿O es que esos dos imperios si son buenos? Saque usted sus propias conclusiones. @matebe